Por Hedelberto López Blanch*
Son 12 los países que vienen negociándolo a puertas cerradas desde hace
tres años. Durante su visita a China, el presidente de EE.UU., Barack Obama, ha
vuelto a instar a los líderes internacionales a cerrar un importante acuerdo
comercial que permita erradicar aranceles y reglamentos entre 12 países.
Los líderes de los países que negocian el Acuerdo Estratégico
Transpacífico de Asociación Económica (Trans-Pacific Partnership, TPP) en
la cumbre de la APEC celebrada esta semana no han fijado una fecha para sellar
el pacto.
Una vez alcanzado el pacto, eliminaría los aranceles sobre los bienes y
servicios y cambiaría las regulaciones de mano de obra, contratación pública,
empresas de propiedad estatal, propiedad intelectual y protección del medio
ambiente. El acuerdo también permitiría a EE.UU. aumentar
su presencia económica en Asia.
Inicialmente, las negociaciones
sobre el mencionado acuerdo comercial comenzaron entre Brunéi, Chile, Nueva
Zelanda y Singapur en el 2003. EE.UU. se unió al proceso en 2008 junto con
Australia, Canadá, Japón, Malasia, México, Perú y Vietnam. Sin embargo, las
negociaciones acerca del tratado multinacional se han llevado a cabo en
secreto. La propia China no forma parte del pacto.
"Aunque el TPP está siendo llamado un acuerdo comercial, EE.UU. ya
tiene acuerdos comerciales con la mayoría de los países que participan en las
conversaciones. En cambio, el TPP es una importante toma de poder por parte de
las grandes corporaciones", afirmó la doctora Margaret Flowers, de la
organización Médicos por un Programa Nacional de Salud (PNHP).
"El texto del TPP incluye 29 capítulos, sólo cinco de los
cuales tratan del comercio. Los capítulos restantes se centran en los cambios
que las empresas multinacionales
no han sido capaces de aprobar en el Congreso, como las restricciones a la privacidad
en Internet, el aumento de la protección de patentes, un mayor acceso a
los litigios y una mayor desregulación financiera", agregó en
declaraciones al Instituto para la Precisión Pública (Institute for Public
Accuracy).
Según Flowers, "los mejores abogados han redactado el documento
para que se adapte a las necesidades del poder corporativo, al tiempo que
socava los intereses de la sociedad y del planeta".
Hasta el momento, ciertas secciones de los 29 capítulos del tratado han
sido filtradas. Cada una de ellas más aterradora que la otra. Una novedad de
esta semana fue la publicación de Wikileaks de uno de los capítulos más
importantes del documento, el de “propiedad intelectual”. En él se muestra cómo
este acuerdo beneficiará a las grandes farmacéuticas dándoles la posibilidad de
ampliar sus patentes, perjudicando así a millones de personas, cercenándoles la
capacidad de acceder a medicamentos genéricos, los que son sustancialmente más
económicos.
Para que se haga usted una idea, en Estados Unidos –donde las
farmacéuticas tienen más poder que en ninguna otra parte del mundo– la
población gasta alrededor de 300 billones de dólares al año en medicinas. Sin
el monopolio de las patentes, esta suma sería diez veces menor: 30 billones.
Es el mayor acuerdo comercial internacional de la historia y se está
debatiendo en estos momentos, apunta un artículo publicado en el diario digital
'The
Malay Mail'.
EE.UU., Canadá, Australia, Brunei, Chile, Japón, Malasia, México, Nueva
Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam forman actualmente parte de las
negociaciones, lo que supone un 40% de la economía mundial y una población
combinada de 792 millones de personas. Este pacto, que pretende otorgar más
poder a las empresas transnacionales y consolidar una amplia zona comercial que
englobaría a 800 millones de consumidores.
Es un acuerdo comercial multinacional secreto que genera inquietud
porque afectaría a la libertad de expresión de los ciudadanos y al derecho de
naciones soberanas a desarrollar políticas y leyes que respondan a sus
prioridades nacionales, agrega el sitio web malasio.
Aunque ha sido descrito como un
tratado de libre comercio, no solo abarca temas comerciales. El documento
incluye puntos preocupantes sobre la libertad en Internet, los derechos de
autor, la protección de patentes o la salud.
Un país en vías de desarrollo como el nuestro estaría firmando la
sentencia de muerte de miles de peruanos, incapaces de costear los altos
precios de medicamentos de enfermedades tan letales como el cáncer. En
consecuencia, el TPP es un ataque frontal contra cualquier política pública que
intente ampliar los servicios de salud.
Pero este no es el único “hachazo” que plantea el tratado. Con su
aprobación, los derechos corporativos crecerían aún más, en detrimento del
poder estatal y de sus medidas de regulación al sector privado. Las empresas
privadas tendrían el firme apoyo para demandar directamente a los Estados
–saltándose los sistemas judiciales nacionales–, acudiendo directamente a
tribunales internacionales, tales como el Centro Internacional de Arreglo de
Diferencias Relativas a Inversiones del Banco Mundial. Se incrementarían
situaciones tan esperpénticas (amparadas por nuestro TLC con EE.UU.), como la
demanda que hizo Doe Run al Estado peruano (por US$800 millones) sobre el
argumento de que nuestro gobierno ejercía un trato injusto al exigirle el cumplimiento
de las normativas medioambientales en La Oroya (una de las zonas más
contaminadas del mundo).
La segunda novedad de la semana es que cerca de 170 diputados
estadounidenses han enviado una carta al Representante de Comercio de EE.UU.
expresando su disconformidad con que el TPP sea aprobado por un procedimiento
que se conoce como “vía rápida” (a través del cual se han aprobado acuerdos
comerciales en los últimos 20 años en este país).
La “vía rápida” brinda la única posibilidad al Congreso norteamericano
de aprobar o rechazar un acuerdo comercial en su totalidad. De concretarse el
rechazo de los 170 diputados a la “vía rápida”, el Congreso de EE.UU. podría
llevar a cabo numerosas enmiendas al tratado. Esto significaría que países como
el nuestro habrían hecho una serie de concesiones a cambio de nada. En otras
palabras, que de nada valdría que hayamos renunciado a ciertas cuestiones (por
ejemplo, a subsidios en el sector cultural) con el fin de obtener “algo a
cambio”. Así, habría serias dudas de que ese “algo a cambio” apareciera en el
texto final del TPP, dejándonos incluso en una posición de mayor desventaja.
Son 620 millones las personas que serían afectadas por el TPP. No
obstante, solo son partícipes de las negociaciones altos funcionarios del gobierno
de los 12 países implicados, junto a 600 asesores de diversas corporaciones.
Incluso nuestros congresistas no han tenido la posibilidad de acceder al texto,
a pesar de los reclamos de algunos de ellos.
IPS
“El motivo por el que el gobierno de Barack Obama sigue incumpliendo
plazo tras plazo, año tras año, es que está impulsando una agenda
extremadamente impopular que beneficia a unas pocas grandes corporaciones a
costa de la economía, el ambiente y la salud pública en cada país del TPP y más
allá”, dijo Arthur Stamoulis, director ejecutivo de la Campaña Ciudadana para el Comercio Justo, una
organización que se opone al tratado.
“Las personas y los parlamentos de la costa del Pacífico están empezando
a darse cuenta de que el TPP será una mala noticia para sus países. Y eso
incluye a Estados Unidos”, agregó en diálogo con IPS.
“La resistencia contra el TPP es más fuerte que nunca, y se está
intensificando”: Arthur Stamoulis, de la Campaña Ciudadana para el Comercio
Justo.
Los negociadores del TPP confirmaron en Beijing que el gobierno de
Obama, que viene liderando las conversaciones sobre el tratado, había fijado
como una meta clave para el escurridizo acuerdo la cumbre del Foro
de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC), celebrada en la
capital china el lunes 10 y este martes 11.
“Si vamos a mudar todas nuestras fábricas al exterior, el pueblo
estadounidense se quedará con las migajas. Y realmente, incluso los partidarios
del TPP admiten que no tiene que ver tanto con el comercio sino más bien con
las inversiones, con garantizar reglas generales de gobernanza mundial en
materia de inversiones”, añadió.
De hecho, de los 29 capítulos propuestos para el TPP, apenas cinco
versan directamente sobre comercio, según Public Citizen, una organización de defensa de
los derechos del consumidor con sede en Washington.
“Las disposiciones no comerciales promoverán salarios más bajos, precios
más altos de las medicinas, más alimentos importados inseguros y nuevos
derechos para que inversores extranjeros reclamen pagos de los Tesoros
nacionales por leyes internas que ellos creen perjudican los nuevos privilegios
que podrían obtener con el TPP”, dijo el lunes 10 la activista Lori Wallach,
directora del programa de vigilancia del comercio mundial en esa organización.
“Pese al intenso secreto que envuelve a las negociaciones… muchas
naciones del TPP se han dado cuenta de que ahora el tratado que se ofrece será
perjudicial para la mayoría de la gente, aunque las grandes corporaciones que
presionan para que se apruebe puedan mejorar sus márgenes de ganancia”,
expresó.
* Periodista,
escritor e investigador cubano.