Por
Isel Pérez Pérez
Martianos – 8 de agosto de 2013
Gran
conversador y auténtico hasta los huesos, Guillermo José Vilar Álvarez, “el
Guille”, es un hombre que no necesita presentación. Sus más de 30 años
dedicados a dirigir programas musicales para la radio y la televisión lo hacen
merecedor del respeto popular; especialmente cuando se menciona a Los Beatles,
aunque sus saberes sobre música son tan abarcadores como la sonrisa que no
puede esconder cuando se menciona el tema.
Nos
recibe en El Submarino Amarillo—lugar que, confiesa, siente como su
segunda casa— y no tarda en convertir el encuentro, por su compañía y excelente
música “de fondo”, en una experiencia que se agradece.
Graduado
de la Escuela de Letras y de Arte de la Universidad de La Habana en julio de
1976, ¿qué vino después?
A los
tres meses de graduado me ubicaron en la emisora Radio Progreso, como
asesor de la programación de dramatizados. No pasó un año, cuando me piden
trabajar para la Redacción de Programas Musicales de dicha emisora. Ahí se
encuentra la semilla de mi trayectoria profesional en todo lo que yo tenga que
ver con la música popular contemporánea. Tuve el privilegio de ser uno de los
fundadores del programa Encuentro con la Música, cuya sección Perspectiva —a
cargo de Jorge Gómez—, definitivamente rompió con los esquemas que limitaban la
presentación de lo mejor de la música extranjera, independientemente de su
género y lugar de procedencia. Lo único que teníamos en cuenta era la calidad,
único e imprescindible requisito para ser radiada por nuestro programa.
Llegaste
a Juventud 2000 de Radio Progreso desde que su nombre
sugería futuro, ¿cuánto le debes?
Antes
de mi ubicación como director de Juventud 2000 (J2000) en el verano
de 1991, mi trabajo en dicha emisora estaba enfocado, fundamentalmente, en
buscar y proponer piezas musicales de los más diversos géneros, obras que sin
lugar a dudas se distinguían por un indiscutible rango de rigor profesional.
Por tales razones, nuestra llegada a J2000 fue traumática, porque en
dicho programa no había que extender frontera alguna. Se trata de un programa
musical concebido desde la estética de difundir lo más popular, binomio que no
asume necesariamente la calidad como una condición implícita en lo más famoso
del momento. Pasé como dos o tres semanas, bastante aturdido en el intento de
descubrir por dónde estaba el camino, hasta que me apropié de otra máxima que
de alguna manera define desde entonces nuestro quehacer. Y es que para nada
resulta aconsejable ser fundamentalista a la hora de decidir qué música sirve y
cuál no, porque se corre el riesgo de perderse muchas cosas que realmente
tienen un valor desde perspectivas diversas; pero a la vez no se puede llegar
tampoco a ser tan integrador, que se acepte como verdades eternas el último
grito que propone el imperio de la música comercial. Y así, entre esta
dicotomía, apoyado por el joven director Juan Carlos García del Vallín, estuve
durante 24 años en el programa, aplicando aquello de que “entre col y col,
lechuga”. Si bien las coles eran los más diversos ejemplos de la música
comercial, obviamente había un límite de calidad que no nos permitía caer tan
bajo como para tocar fondo; y en cuanto a las lechugas, no solo fueron valiosos
intérpretes extranjeros, sino también numerosos músicos cubanos que tenían todo
el derecho de tener su lugar en un programa tan popular. Si J2000 ha
llegado a ser muy escuchado, se debe a su abarcadora propuesta, en donde todo
el mundo sabe que puede escuchar la música de su preferencia, esté o no de
moda.
Tanto A
Capella como Música del Mundo parecen ser oasis para los
televidentes saturados de opciones cada vez más parecidas entre sí, ¿cómo lo
logras?
A
Capellaes lo más parecido a mi esencia como creador, porque en el programa
puedo aplicar aquello de que “uno tiene derecho a no hacer lo que no quiere,
pero a la vez, no tiene el derecho a no hacer lo que uno quiere”. El momento
que uno pudiera tener para aportar sus puntos de vista, sus criterios como
profesional, es tan efímero, que no podemos desperdiciar las oportunidades que
nos brinda la vida para llevarlo a cabo. Si uno siente que ese momento le ha
llegado ahora mismo, no puede dejarlo pasar; ni pensarlo dos veces. En tal
sentido en A Capella, desde hace casi 25 años, tratamos de escoger una
selección de figuras que han marcado la evolución de la música rock,
independientemente de si están en su etapa de esplendor o no. Además, evitamos
caer en la reiteración de datos biográficos acerca de los músicos, porque lo
que nos interesa es ofrecerle al televidente elementos críticos que les sean
útiles como herramientas para ulteriores valoraciones. En cuanto a Música
del Mundo, es la otra cara de una misma moneda. Durante años, estuve intentando
infructuosamenteproponer un programa con esa música, hasta que la salida al
aire del Canal Habana, me brindó la esperada oportunidad. Con este
programa nos sentimos como los tuertos en el reino de los ciegos, porque
mientras muchos sueñan con crear programas de gran audiencia a partir de la
música de moda, nosotros también tenemos, pero sin mucha algarabía, nuestro
público, agradecido por hacerles ver que las referencias musicales son tan
infinitas como la cultura a nivel global.
Domingo,
tres de la tarde, Radio Progreso, Rosillo…conjugar estos términos suena a
reto. Cuéntame de Al lado del corazón…
Efectivamente,
claro que es un reto. A estas alturas del juego, resulta imposible renegar de
una formación profesional a partir de mi cercanía con la música rock.
Pero, obviamente, para quienes vivimos sumergidos en el universo de la música,
es imposible no descubrir lo que vale y brilla, venga de donde venga y llámese
como se llame. En realidad, si en algún momento de mi adolescencia estuve
distanciado de la música cubana no fue por mi culpa, sino por una errónea
difusión de la música cubana durante los años 60, empeñados en promover figuras
de dudoso valor artístico que realmente no me atraían. Pero, paradójicamente, a Radio
Progreso le debo la oportunidad de ir conociendo paulatinamente aquella
música que cala profundo en todo cubano. Tan es así, que el retiro de una
institución de la cultura que merece todo nuestro respeto, como es el caso del
maestro Eduardo Rosillo, nos ha permitido ocupar el espacio de 3:00 a 5:30 de
la tarde de cada domingo con este programa que se distingue por una selección
de lo mejor de la música cubana de todos los tiempos. Aunque para nada
pretendemos sustituir a Rosillo; de todos modos, hacer un programa en el mismo
horario que él utilizara durante años constituye realmente un reto, reto que
acepto desde el mayor de los amores: el amor por lo nuestro.
En tal
sentido, para muchos ha sido toda una revelación que alguien como yo pueda
nadar en las turbulentas corrientes de nuestra música. No obstante, aunque de
hecho el nombre del programa define los principios que rigen la selección de la
música que tenemos más cerca del corazón y no aquella otra, el verdadero reto
está en el empeño de lograr que cada domingo no solo sea una emisión diferente
a la anterior, sino justificar que cada canción escogida tenga que ver con el
nombre del programa.
Desde
hace dos años El Submarino Amarillo es para los habaneros más que una
canción de Los Beatles; para “el Guille”,espacio de realización personal,
¿alguna anécdota que compartir?
Cuando
me llamaron para proponerme la dirección artística del centro, un poco que iba
prejuiciado acerca de a qué me iba a enfrentar. Pero la vida, una vez más, como
en tantas otras ocasiones, de tan solo atravesar las puertas del criollo
sumergible, hizo que enseguida me percatara de que esto era en serio y que ya
estaba metido de lleno en el asunto. Todavía no conozco de alguien que no se
quede fascinado por la magia de esta instalación.
Según
Juan Formell, ya se siente más relajado: la historia de Los Van Van está a
disposición de sus seguidores en la multimedia Aquí se enciende la candela,
¿qué tuvo que ver con eso “el Guille”?
A la
confianza de Rafael de la Osa en mi persona debo la materialización de este
privilegio, que para nada estaba en el horizonte de mis aspiraciones como
realizador. Aunque desde J2000 hicimos toda la difusión posible que
se merecía una agrupación de tan alta ascendencia en los cubanos como Los Van
Van, además de escribir artículos acerca de su más reciente producción
discográfica o de sus conciertos para diversos órganos de nuestra prensa, hacer
una multimedia sobre Van Van eran “otros 25 pesos”, como decimos los cubanos.
Por mucho que se me pueda agradecer la dedicación en esta investigación, el
eterno agradecido de siempre seré yo. Agradecido por habérseme dado la
oportunidad de plasmar, desde una personal perspectiva, la admiración que
sentimos todos por este complejo fenómeno musical de nuestro patrimonio.
Además, por mucho que me haya extendido en dicha investigación, sin la
entusiasta participación de Eduardo Estévez, Maribel Díaz, José Luis Prado y
del propio Rafael —entre otros tantos trabajadores de Ediciones Cubarte—,
no se hubiera llegado a nada.
Tu
admiración y conocimientos sobre la música cubana también la has dejado por
escrito: los asiduos a las páginas de Cubarte y La Jiribilla lo
constatan, ¿qué nos recomiendas consultar?
De
entre todas las cosas que hago —y me parece que son unas cuantas—, lo que más
me satisface, sin que nadie se me ponga celoso, es escribir un artículo para
nuestras publicaciones, empeño en el que me encuentro también desde hace muchos
años. Incluso antes de la era digital, ya escribía para El Caimán Barbudo,
Juventud Rebelde y Granma, entre otros periódicos. Es tanto lo
tecleado y hecho con tanta pasión, que me resulta muy difícil mencionarte cuál
artículo prefiero. Por lo tanto, le recomiendo que ponga mi nombre en el
buscador y escoja usted mismo el trabajo que mejor le parezca.
Antes
de terminar, dos interrogantes que no dejan de rondarme: Guille, ¿qué canción
prefieres de Los Beatles?... ¿Y de Los Van Van?
Me has
mencionado dos entidades acerca de las cuales resulta casi imposible escoger la
canción preferida, porque enseguida te acompaña la sensación de que has dejado
fuera un montón de otras piezas igualmente valiosas. Pero bueno, lo más rápido
posible sin dar tiempo a arrepentirme, de Los Beatles escojo Yesterday,
no solo por toda la melancolía que encierra, sino por ser la primera canción en
el contexto del rock de los 60 que se concibe acompañada nada más por
la guitarra de Paul y un cuarteto de cuerdas, todo un suceso para la época. Y
de Los Van Van, Te pone la cabeza mala, es un buen ejemplo de la capacidad
de Formell para evolucionar estilísticamente sin abandonar el sello de la
orquesta, además de que en esta modalidad de la timba dura, el cantante Robertón
hace una magnífica interpretación, muy cercana a la intensidad expresiva del rock.
Fuente: CUBARTE