Editado
por Julio Pérez
La
Habana, 18 abr (RHC) El
Gobierno Revolucionario de Cuba emitió una declaración en la que enjuicia el
desarrollo y los resultados de la Cumbre de las Américas, celebrada el pasado
fin de semana en la ciudad colombiana de Cartagena de Indias.
A seguidas texto completo del trascendental
documento:
Por la
segunda independencia
En
Colombia, Cartagena de Indias, quedó demostrado que hay un abismo creciente
entre "Nuestra América" martiana y "el Norte revuelto y brutal
que nos desprecia". Allí se produjo una rebelión de la América Latina y el
Caribe contra la imposición de "un gobierno
y medio", que ejercía un veto imperial a los párrafos del
proyecto de Declaración Final de la llamada Cumbre de las Américas que
reclamaban el cese del bloqueo y la exclusión de Cuba de los eventos
hemisféricos.
Desde la
anterior Cumbre del 2009 se disiparon las ilusiones sobre la política del
presidente Obama, se abrió una brecha entre sus discursos y sus actos, no hubo
mayor cambio en la política hacia América Latina y el Caribe, el bloqueo a Cuba
continuó e, incluso, se endureció en el sector financiero, pese a la condena
internacional y el voto abrumador de la Asamblea General de las Naciones
Unidas, con el objetivo de "provocar hambre, desesperación y el
derrocamiento del gobierno" lo que ahora se conoce como "cambio de
régimen".
El ALBA
se reunió el 4 de febrero pasado, en Caracas, en ocasión de conmemorar la
heroica Rebelión Cívico-Militar de 1992, adoptó una Declaración sobre la
Soberanía Argentina de las Malvinas, otra sobre el bloqueo y consideró injusta
e inaceptable la imposición de la exclusión de Cuba de estos eventos. El
presidente Correa afirmó resueltamente que de no resolverse esta cuestión,
Ecuador no asistiría a la Cumbre de Cartagena, lo que sacudió a la región. Esa
valiente posición fue el preludio de lo ocurrido.
El
presidente Raúl Castro Ruz dijo allí: "Yo quiero agradecer a Ustedes,
presidente Correa, a Evo y a todos Ustedes estos planteamientos... Es un tema
de vital importancia, tienen toda la razón. Nosotros jamás hemos reclamado que
se tome una medida como esa, pero no por eso vamos a dejar de apoyar esta que
consideramos muy justa".
El
presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, quien nos visitó, de manera
respetuosa, y recibió como respuesta del presidente Raúl Castro Ruz que Cuba,
en caso de ser invitada a la Cumbre, asistiría, como siempre, con todo respeto,
apego a los principios y a la verdad, tuvo el mérito de introducir directamente
el tema del bloqueo y la exclusión de Cuba.
El
presidente Evo Morales, que había sido el primero en cuestionar dicha Cumbre en
la reunión de febrero del ALBA en Caracas, dio la batalla en Cartagena y afirmó
"estamos en una etapa de desintegración. No es posible que un país pueda
vetar la presencia de Cuba, por tanto, no hay integración y con la ausencia de
Ecuador, como una ausencia justa en protesta al veto de Estados Unidos hacia
Cuba, ¿de qué integración podemos hablar?".
El
presidente Chávez, el 13 de abril pasado, exclamó "ahora, en verdad, si
estos dos gobiernos, Estados Unidos y Canadá, se niegan a discutir temas tan
profundamente consustanciados con el ser de la América Latina y el Caribe, como
el tema de Cuba, de la hermana Cuba, de la solidaria Cuba, o el tema de las
Islas Malvinas, ¿para qué más Cumbres de las Américas entonces?; habría que
acabar con esas Cumbres. Antes, había escrito: "Clamamos, igualmente, por
el fin del vergonzoso y criminal bloqueo a la hermana República de Cuba:
bloqueo que, desde hace más de 50 años, ejerce el imperio, con crueldad y
sevicia, contra el heroico pueblo de José Martí".
Daniel
Ortega, en masivo y juvenil acto de solidaridad con Cuba, el 14 de abril, en
Managua planteó: "yo creo que es el momento del gobierno de los Estados
Unidos para escuchar a todas las naciones latinoamericanas de las más diversas
ideologías, de los más diversos pensamientos políticos; desde los pensamientos
más conservadores hasta los pensamientos más revolucionarios, pero ahí están
todos coincidiendo en que Cuba tiene que estar presente en estas reuniones o no
habrá próximas Cumbres llamadas o mal llamadas de las Américas".
Resultó
impresionante la sólida postura unitaria de Nuestra América en torno al
bloqueo, la exclusión de Cuba y a las Malvinas. Fue esencial la firmeza y la
dignidad de la Presidenta de Argentina en la defensa enérgica de esas causas.
Nos
sentimos orgullosos cuando la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff defendió con
serena dignidad ante Obama, que la Patria Grande solo puede ser tratada como
igual y confirmó la postura común en apoyo a Argentina y a Cuba.
Los
líderes de los países del Caribe mostraron la solidez de la Comunidad del
Caribe (CARICOM) y que esta y la América Latina son igualmente indivisibles. Su
defensa de la soberanía argentina de las Malvinas y su tradicional y categórico
respaldo a Cuba fue trascendental.
Las
fuerzas de izquierda, los movimientos populares, las organizaciones sindicales,
juveniles y estudiantiles, las organizaciones no gubernamentales reunidas todas
en el Congreso de los Pueblos, en Cartagena, expresaron emotiva solidaridad con
Cuba. La Reunión Interparlamentaria de las Américas adoptó una condena a la
exclusión y el bloqueo a nuestro país.
Estados
Unidos subestimó que el 2 de diciembre del 2011, en Caracas, en el Bicentenario
de la Independencia, bajo el liderazgo de Chávez, en el 55 aniversario del
Desembarco del Granma, había nacido la Comunidad de Estados Latinoamericanos y
Caribeños (CELAC), lo que el líder de la Revolución Fidel Castro Ruz anticipó
en febrero del 2010, al escribir que "ningún otro hecho institucional de
nuestro hemisferio, durante el último siglo, refleja similar
trascendencia".
Cuando se
eligió en esa primera Cumbre a Cuba, como Presidente de la CELAC en el 2013, el
General de Ejército Raúl Castro Ruz declaró: "con las decisiones que aquí
adoptamos y con el trabajo conjunto de los últimos tres años, reivindicamos más
de dos siglos de luchas y esperanzas. Llegar tan lejos nos ha costado esfuerzo,
pero también sangre y sacrificio. Las metrópolis coloniales de antaño y las
potencias imperiales de hoy han sido enemigas de este empeño".
Obama
tampoco parece entender el significado de la victoria bolivariana del 13 de
abril del 2002 ni de que, precisamente ahora, se cumplen diez años del golpe de
estado organizado por su predecesor, con el apoyo de la OEA y del gobierno
español de Aznar, contra el presidente Hugo Chávez, con el que se pretendió
aniquilar a la Revolución Bolivariana y asesinar a su líder. Como le recordó el
canciller venezolano Nicolás Maduro, mirándole a los ojos, en memorable
discurso en la Cumbre de Cartagena, el gobierno norteamericano persiste en la
conducta de intervenir en los asuntos internos de Venezuela y de apoyar a los
golpistas convertidos ahora en candidatos electorales.
El
presidente Obama debería percatarse de que la Cumbre de Cartagena no fue
propicia para aconsejar democracia a Cuba. Menos si quien pretendió hacerlo
estuvo allí totalmente aislado, obligado a ejercer un veto imperial por falta
de ideas y de autoridad política y moral; se dedica a la demagogia, en camino a
unas elecciones escabrosas. Mejor, debiera ocuparse de sus guerras, crisis y
politiquería, que de Cuba, nos ocupamos los cubanos.
Estados
Unidos nunca quiso debatir acerca de las terribles consecuencias para América
Latina y el Caribe del neoliberalismo ni sobre los inmigrantes en Estados
Unidos y Europa separados de sus familias, retornados cruelmente o asesinados
en muros como el del Río Bravo. Tampoco aceptó jamás hablar de los pobres que
son la mitad de la Humanidad.
El
imperio y las otrora metrópolis coloniales no escuchan a los
"indignados", a sus ciudadanos y minorías que viven en la pobreza en
esas sociedades opulentas, mientras salvan con sumas exorbitantes a banqueros
corruptos y a especuladores. En la superpotencia, el 10% de las familias
controlan el 80% de la riqueza. Esos recursos son suficientes para resolver los
problemas del planeta.
Lo nuevo
en Cartagena es que buena parte de los gobiernos, con naturales diferencias y
distintos enfoques, demandaron un modelo alternativo que privilegie la solidaridad
y la complementariedad frente a la competencia fundada en el egoísmo; procure
la armonía con la naturaleza y no el saqueo de los recursos naturales ni el
consumismo desenfrenado. Pidieron que se asegure la diversidad cultural y no la
imposición de valores y estilos de vida ajenos a nuestros pueblos; que se
consolide la paz y se rechacen las guerras y la militarización.
Hicieron
un llamado a recuperar la condición humana de nuestras sociedades y a construir
un mundo donde se reconozca y respete la pluralidad de ideas y modelos, la
participación democrática de la sociedad en los asuntos de gobierno, incluida
la consulta de las políticas económicas y monetarias; se combatan el
analfabetismo, la mortalidad infantil y materna, las enfermedades curables. Se
reclamó el acceso tanto a la información libre y veraz como al agua potable; se
reconoció la exclusión social y que los derechos humanos son para el ejercicio
de todos y no para usarlos como arma política de los poderosos.
El
gobierno de Estados Unidos esta vez tuvo que escuchar, no una voz casi única
como fue durante décadas, ni una escasa minoría hasta hace poco. Ahora, fueron
mayoría los pueblos que hablaron en la Cumbre por boca de sus Presidentes y
Jefes de Delegaciones para dar este debate imprescindible, o a través de la
actitud de los que no fueron. La Cumbre tuvo que ser censurada porque el
imperio escucha con oídos sordos.
En
Cartagena, quedó al desnudo la Doctrina Monroe de "América para los (norte) americanos". Como si nadie
recordara el engaño de la Alianza Para el Progreso, en 1961, y de la Iniciativa
Para las Américas o ALCA, en 1994; han querido timarnos ahora con la
"Alianza Igualitaria".
Como
predijo, en un evento internacional en la misma Cartagena, el 14 de junio de
1994, el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz las llamadas Cumbres de las
Américas sólo han beneficiado al Norte.
José
Martí, cuando juzgó una reunión similar, en Washington, hace 105 años,
escribió: "después de
ver con ojos judiciales los antecedentes, causas y factores del convite, urge
decir, porque es la verdad, que ha llegado para la América española la hora de
declarar su segunda independencia".
Durante
el propio evento, el ALBA hizo oficial y público que, sin un cambio radical de
la naturaleza de estas Cumbres, no asistirá más. Otros líderes continentales,
también lo han advertido.
De la
OEA, ese cadáver insepulto, ni hay que hablar.
A la
República Argentina le asiste el derecho inalienable de soberanía sobre las
Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur y los espacios marítimos
circundantes.
Cuba
recuerda que la Patria Grande no estará completa hasta que el hermano pueblo
puertorriqueño ejerza su derecho inalienable a la autodeterminación y Puerto
Rico, esa nación latinoamericana y caribeña, sometida por Estados Unidos al
colonialismo, alcance su plena independencia.
Con un
sólido consenso de soberanía regional y defensa de nuestra cultura, dentro de
nuestra rica diversidad; con casi 600 millones de habitantes; con enormes
recursos naturales; Nuestra América tiene una oportunidad para resolver los
graves problemas de extrema desigualdad en la distribución de la riqueza y
puede, con su fuerza ya evidente, contribuir al "equilibrio del
mundo", a la defensa de la paz y a la preservación de la especie humana.
Para
ello, frente a los intentos de dividirnos y descarrilarnos que otra vez
vendrán, necesitará mantenerse unida.
Nadie
olvide en el Norte, que hace 51 años, el pueblo cubano defendía ya, a estas
mismas horas, una Revolución Socialista en las arenas ensangrentadas de Playa
Girón, y que, desde entonces, "todos los pueblos de América fueron un poco
más libres".
La Habana, 18 de abril del 2012